A las 21:08 de la fría noche en el Mas Monumental, cuando promediaban los 52 minutos de la victoria ante Paraguay (1-0), se produjo lo que tanto esperaba la multitud en el estadio riverplatense y lo que dominó la agenda del seleccionado argentino a lo largo de toda la semana: la vuelta de Lionel Messi.
Cierto es que no se trataba de un regreso precedido por una larga ausencia, pero sí de un retorno deseado pues, definitivamente, jugar un partido con el mejor del mundo en el banco de suplentes es cuanto menos inquietante.
El público supo de antemano que Leo no estaría disponible desde el inicio por la molestia muscular que lo acosó desde el debut en las Eliminatorias ante Ecuador, el 7 de septiembre, la noche que frotó la lámpara y resolvió el partido con un tiro libre en el arco de la cabecera del Río de la Plata.
Por esa lesión, el capitán argentino no jugó el siguiente compromiso de la clasificación de la clasificación sudamericana ante Bolivia en La Paz y sumó unos pocos minutos en apenas dos partidos con Inter Miami en la Major League Soccer de Estados Unidos.
La hinchada argentina palpitó su ingreso desde temprano, durante toda la jornada, con reacciones de ansiedad cuando la pantalla gigante mostró su llegada al estadio, cuando salió al campo con el plantel para el calentamiento previo y también al momento de anunciarse las alineaciones por los altavoces del Monumental.
Como en cada partido, miles de fanáticos, especialmente niños, concurren a la cancha para cumplir el sueño de ver en vivo a la leyenda del seleccionado argentino en la etapa final de su hermosa historia con la “albiceleste”. ¿Cuántos partidos más le quedarán en el país?