(Por Fernando Serrano) Central Córdoba es cosa seria. ¿Seria? Si seria, porque no se define si es un equipo irregular o aún no entiende el juego en sí de cómo estar bien parado en la Liga Profesional de Fútbol.
Comenzó la Liga Profesional siendo previsible. Y es un claro síntoma de la irregularidad que se repitió a lo largo de todo el año y que le impidió sostener en el tiempo los buenos rendimientos que ha sabido mostrar en algunos momentos desde su ascenso a la máxima divisional del fútbol argentino.
Dentro de esa ecuación, los rivales del equipo de Sergio Rondina entienden rápido y fácil cómo neutralizarlo o minimizarlo. Sucedió contra Banfield y en la noche del martes frente a San Lorenzo en el que sobraron pases y kilómetros recorridos y faltó sorpresa e ingenio. Es una alarma que en el Oeste empieza a sonar.
¿Porqué un equipo puede ser tan irregular? Sin repasar mucho en los juegos que en este torneo el “ferro” a protagonizado, se puede descifrar a simple vista que no contiene volumen de juego, tiene una defensa endeble, no posee un generador de fútbol en la zona media y en la ofensiva adolece de un goleador nato, aunque por momentos Renzo López se viste con ese rol.
Aquel triunfo frente a Boca en el Unico, generó entusiasmo y expectativas en la afición “ferroviaria”, pero rapidamente se disolvió con dos derrotas en fila como ante el “taladro” y mas tarde con el “Ciclón”, dejando nuevamente en el aire las incógnitas de quienes aún no encuentran una respuesta a tanta apatía en su juego.
Le cuesta elaborar circuitos de juego. No tiene agresividad en la ofensiva y para colmo de males, cada error en defensa lo paga con goles en contra y en ese panorama y ante la ineficiencia para definir en la zona contraria, en casi un acierto que no consiga ganar un partido.
La nueva derrota sufrida frente a San Lorenzo en nuestra ciudad desnudó la irregularidad de Central Córdoba y con un panorama poco alentador de cara a su campaña de evitar el descenso, que poco a poco comienza a acechar por el Oeste.